La Maracuyá, parcha, parchita o
chinola (Passiflora edulis) es una fruta pastusa del género Passiflora, nativa
de las regiones cálidas de Centroamérica y Suramérica. Se cultiva comercialmente
en la mayoría de las áreas tropicales y subtropicales del globo, entre otros
países: El valle de Azapa en Chile, Paraguay, República Dominicana (Chinola),
México, Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú, Colombia,
Venezuela, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, El Salvador, partes del
Caribe y Estados Unidos. Esta especie es sumamente apreciada por su fruto y en
menor medida por sus flores, siendo cultivada en ocasiones como ornamental. La
infusión de sus hojas y flores se utiliza, además, con efectos medicinales. La
flor del maracuyá es la flor nacional del Paraguay.
El nombre fruta de la pasión fue
adoptado por los españoles tras el contacto con nativos del Perú, los cuales
obsequieron a los mismos con estas frutas que ellos denominaban Poro-p’osqo y
que su traducción al español sería "bolsa-ácida". Los españoles al
principio se referían a ella como "asna vieja".1 Al conocer el
arbusto de esta fruta y en especial su flor, los ibéricos se sorprendieron y la
llamaron “la flor piadora” ya que a sus ojos, esta, los recordaba los elementos
de la “Pasión de Jesucristo”. El color de la flor es rojo muy intenso, de ello
se desprende la frase “Rojo Pasión”.2
El nombre el maracuyá
—introducido a las lenguas europeas a través del portugués— es una corrupción
del guaraní mburucuja; etimológicamente mberu kuja, "hamaca de
dípteros", por la dulzura del néctar que resulta atractivo para el desove
de los insectos o más bien porque el contenido de sus frutos recuerda un grupo
de dípteros.
Crece en las zonas tropicales y subtropicales del Ecuador
presentan las mejores condiciones climáticas para el cultivo de maracuya,
fruto de la pasión, constituyéndose Ecuador en el principal productor de
maracuya en Sudamérica. Es un cultivo que ha logrado desarrollo y tecnificación
se lo encuentra en zonas con gran potencial agroecólogico para la producción de
esta fruta. Las características climáticas y edáficas constituyen una ventaja
comparativa que incide en la calidad de la fruta.
En Ecuador los productores están comprometidos en
la responsabilidad y la necesidad de preservar los recursos naturales: suelos,
agua, vegetación y fauna silvestre, aún no intervenidos por el hombre. Sin
embargo, para evitar la depredación de dichos recursos y detener la expansión inconveniente
de las fronteras agrícolas, ha sido necesario propiciar técnicas alternativas
de desarrollo del sector agropecuario con nuevos enfoques que incorporen la
preservación ambiental y los cambios tecnológicos adecuados para mejorar la
competitividad, generando cadenas productivas que reciclen, reutilicen y
recuperen los subproductos generados en las actividades productivas. Lo
anterior implica una producción intensiva de avanzada tecnología, que demanda
conocimientos de las condiciones ecológicas/ambientales, la estructura de los
suelos, la dinámica de los nutrientes de las plantas, los enemigos naturales de
plagas y enfermedades y las formas adecuadas de manejo de estos y otros
factores de la producción.
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